Cada 18 de agosto se conmemora el Día Mundial de la Prevención de Incendios Forestales, una fecha que busca concientizar sobre la importancia de proteger nuestros bosques, ecosistemas y comunidades frente a uno de los desastres ambientales más devastadores. Los incendios no solo destruyen a los ecosistemas y a la biodiversidad, sino que también ponen en riesgo vidas humanas, economías locales y el equilibrio climático global.
Un contexto cada vez más crítico
En los últimos años, las consecuencias del cambio climático, como las sequías persistentes y olas de calor extremas, ha elevado drásticamente el riesgo de incendios forestales a nivel global.
En la Unión Europea, en países como Francia, España y Portugal, la tendencia es preocupante. El cambio en el uso del suelo, el abandono de actividades tradicionales en el medio rural y la acumulación de material combustible en bosques han incrementado la frecuencia e intensidad de los incendios. Esto no solo amenaza a la flora y fauna, sino que también implica pérdidas millonarias y un retroceso en las metas de mitigación del cambio climático.
En Latinoamérica, la problemática se agrava por la deforestación, el abandono de tierras y prácticas inadecuadas como el uso de fuego para preparar áreas de pastoreo. Según estimaciones, el 95% de los incendios son provocados por acción humana, ya sea por fogatas mal apagadas, colillas de cigarrillo o quemas no controladas. A ello se suman factores climáticos como la falta de precipitaciones, la baja humedad, heladas constantes y vientos fuertes, que aceleran la propagación del fuego.
Prevención y marco normativo: Argentina y España
La magnitud de este desafío exige planes de prevención sólidos, coordinación institucional y compromiso ciudadano. Son muchos los países que han desarrollado marcos legales y planes estratégicos para la gestión y control de incendios forestales.
En España, el Plan Estatal de Protección Civil para Emergencias por Incendios Forestales —aprobado por el Consejo de Ministros en 2014— establece directrices para la coordinación de recursos y la asistencia mutua entre comunidades autónomas. Su enfoque integra la prevención, la gestión de la emergencia y la recuperación post-incendio, priorizando la protección de vidas humanas y ecosistemas.
En Argentina, la Ley 26.815 – Sistema Federal de Manejo del Fuego establece la articulación entre el Servicio Nacional de Manejo del Fuego con el resto organismos del país. Entre sus objetivos se encuentran: proteger el medio ambiente, resguardar la seguridad de la población, concientizar sobre el impacto del uso del fuego y coordinar acciones en todo el país. La ley también contempla brigadas nacionales, sistemas de alerta temprana y planes locales, regionales y nacionales de manejo del fuego.
La prevención de incendios forestales es, más que nunca, un reto global que requiere educación ambiental, responsabilidad ciudadana y políticas públicas eficaces. Tanto en Latinoamérica como en Europa, la clave está en anticiparse al fuego, fortaleciendo la resiliencia de los territorios y reduciendo las causas que lo originan. Este 18 de agosto, renovemos nuestro compromiso con nuestro planeta y con las generaciones futuras.
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